Que el mundo del rock está repleto de injusticias no es algo que deba sorprender a nadie. Al fin y al cabo, como en la vida misma, los agravios y las desigualdades son el alimento cotidiano.
Artistas inmerecidamente olvidados o ignorados, a veces condecorados con el eufemístico sambenito de "banda de culto", un más que dudoso premio de consolación; a veces directamente condenados al más letal de los ostracismos, como si jamás hubieran existido.
El caso de los neoyorquinos Psychotica y...